La Legislatura porteña tuvo una semana muy entretenida, con un evento realmente notable, la presencia del encargado de “movilidad” Guillermo Dietrich ante la comisión mixta que sigue las tareas del metrobús. Pese a que el Ejecutivo es socio del Legislativo en la entidad, tomó meses lograr que Dietrich se presentara. Tal vez fue una muestra de pudor del macrismo, o una apertura de paraguas: el funcionario se gritó con legisladores y vecinos, se exaltó e hizo, en general, un lindo papelón.
Lo primero que pasó en la reunión fue una larga discusión sobre protocolo, ya que nunca se votó un reglamento de funcionamiento. Tres vecinos, los tres amparistas contra el metrobús, se habían anotado para hablar como es costumbre y derecho en la Legislatura. Dietrich y varios de sus colegas del Ejecutivo, aunque no todos, no querían ni oír de eso. El funcionario dijo cosas como que en el Ejecutivo nadie hablaba y no se oía a los vecinos, con lo que no había por qué hacerlo en el palacio de la calle Perú. Los legisladores presentes le explicaron que ellos sí escuchaban, quisieran o no, y que finalmente estaban en casa propia, con lo que los vecinos sí iban a hablar. A los cuarenta minutos que tomó todo esto les siguieron muchos menos de vecinos hablando.