Sobre las responsabilidades en el caso platense cabría agregar las que en su momento tuvieron el Consejo Deliberante y la intendencia al aprobar y promulgar un Código de Ordenamiento Urbano al que el editor de este suplemento calificó de “carta blanca a la piqueta y a las grandes constructoras”, marcando a su vez la acción tardía de instituciones que debían proteger el patrimonio, como la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y la lamentable promulgación de este código por el gobernador. De la misma forma que resulta temerario apuntar a esta normativa urbanística como factótum de la tragedia –aunque sí existen responsabilidades del Ejecutivo por las obras en el arroyo El Gato– a esta altura no caben dudas de que un código que permite la invasión de los centros de manzana para permitir la construcción de “segundos cuerpos” trae aparejada una disminución del FOS, o dicho en criollo: menor cantidad de suelo absorbente.
Abr
20