La autora escribe sobre el derrotero legal del frustrado rescate de la residencia de Villa Devoto. El proyecto para convertirla en museo y centro cultural perderá estado parlamentario en Agosto.
Por Yamila Rambaldi; Vecina de Villa Devoto, Voluntaria de Basta de Demoler publica en Instagram como @buenosairesperdida y en Twitter como @bsasperdida
En la esquina de José Luis Cantilo y Marcos Paz en el barrio de Villa Devoto, entre palmeras, ligustrinas y un gran gomero, aún resiste una casa histórica. Durante años los vecinos admiramos el singular portón de hierro, cada vez más oxidado por el tiempo, sostenido por pilares rematados con dos copones y localizado en la ochava, que nos da una pista sobre el origen del inmueble. En él se puede ver un monograma con las iniciales “FB” de “Francisco Beiró”.
La centenaria casa, que ocupa 265m2, es de influencia italianizante y su fachada está decorada por modillones, frisos y piezas premoldeadas. Además, se destacan en su diseño diversos elementos de herrería artística que nos permiten situar su construcción en la primera década del siglo XX.
Pasando el portón, una escalera de mármol de Carrara conduce a la recepción de la casa, un amplio espacio semicircular muy singular, armado con una mampara de hierro y vitrales con motivos clásicos de art nouveau.
Aunque se desconoce el arquitecto de la construcción, se dice que Francisco Beiró, su propietario original, ayudó a erigirla con sus propias manos. Se trataba de su única propiedad, sobre la que pesaban dos hipotecas.
Beiró nació en Rosario del Tala en 1876, se radicó en Buenos Aires en su juventud y estudió abogacía en la UBA, donde se doctoró en 1901. Se instaló en Villa Devoto a pocos años de haberse fundado el barrio y se convirtió en un gran impulsor de la zona haciendo empedrar calles, mandando a colocar alumbrado público y colaborando con la construcción del Club Sportivo Devoto, hoy Club Estudiantes de Buenos Aires. No en vano una de las principales arterias del barrio lleva su nombre, la avenida Francisco Beiró.
Entre los muchos cargos que ocupó fue Comisionado Municipal, presidente de la Comisión Municipal de Vecinos, Intendente Interino de la Capital, presidente del Consejo Escolar Nº 17 y fundador de la Comisión de la Protección a la Niñez.
También fue presidente de la Convención Nacional y del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y se le atribuye haber popularizado el uso de las boinas blancas como distintivo de su partido. Fue diputado por la Capital de 1918 a 1922 y luego Ministro de Interior durante algunos meses casi al final de la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.
Además, en 1928, formó parte de la fórmula presidencial Yrigoyen-Beiró, que ganó las elecciones por amplia diferencia pero, por desgracia, Beiró falleció el 22 de julio de ese año antes de poder asumir el cargo para el que había sido electo. Tenía 51 años.
La rica vida social y política de Beiró nos permite hacernos una idea de la talla de las figuras que recorrieron las habitaciones de su exquisita casa.
Luego del fallecimiento de Beiró, el inmueble pasó a manos de sus herederos. Si bien la casa casi no fue modificada, en 1960 se demolieron las caballerizas y cocheras que formaban parte de la quinta y se loteó parte del terreno que la rodeaba.
Hoy poco se puede apreciar de lo que debe haber sido el interior en todo su esplendor, pero por suerte hay registros fílmicos bastante certeros gracias a que la casa se utilizó durante muchos años como locación de varias producciones televisivas como Locas de amor, Mujeres asesinas y Epitafios. En el caso de la primera serie, dirigida por Daniel Barone, se trataba de la casa del personaje de Leonor Manso, quien interpretaba a la madre de Julieta Diaz en la ficción. Basta con buscar algunos episodios en YouTube para poder admirar la boiserie, la carpintería, los vitrales y muebles originales casi como si el tiempo no hubiese pasado desde que el mismísimo Beiró habitó la casa.
Lamentablemente en 2007 el destino de la casa cambió drásticamente. Los dueños fallecieron y la casa, que ya presentaba cierto deterioro en techos y paredes, era muy difícil de mantener, por lo que muy a su pesar sus herederos decidieron venderla. Quizás no hubieran tenido que tomar esa drástica decisión de haberse instrumentado el Fondo de Estímulo para la Recuperación de Edificios Catalogados (FEREC) presente desde 1991 en la Ordenanza Municipal N°45517, en el Código de Planeamiento Urbano de 2003, y que siguió vigente en el Plan Urbano Ambiental de 2008 y en el Código Urbanístico de 2018.
El nuevo propietario, al parecer, era dueño de una reconocida inmobiliaria de la zona, que pensaba hacer negocio con el codiciado lote.
En ese momento intervino la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto, que se presentó ante la Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires insistiendo en la necesidad de que se incluyera al inmueble entre los bienes que integran el patrimonio histórico cultural de la Ciudad. Así lograron que se retomara un proyecto presentado por el diputado Jorge Srur (Expte. 571-D-2000) en el año 2000 para que se declarara a la casa de valor patrimonial y se catalogara.
El 6 de febrero de 2008 se aprobó ese proyecto en la Legislatura y poco después se publicó en el Boletín Oficial la ley que catalogó al inmueble con nivel de protección estructural (Ley N° 2858). Esa medida frustró el proyecto inmobiliario en ciernes, pero desencadenó un proceso que se conoce como “demolición inducida”, que consiste en no realizar ningún tipo de mantenimiento para que la casa se vuelva insegura y se permita su demolición, pese a estar protegida por ley. Poco después de la venta, se desmantelaron los pisos de madera, se quitaron las puertas originales y, en diversas ocasiones, se intrusó la casa, por lo que fue muy vandalizada.
Desde entonces, vecinos, comuneros y la Junta continuaron trabajando en conjunto para que se presentaran proyectos para declararla de utilidad pública y restaurarla y así se hizo en 2009 y en 2011. Esos proyectos, que son de doble aprobación, tuvieron éxito en la Comisión de Cultura, pero se rechazaron en la de Finanzas. En 2017 se volvió a presentar otro proyecto, de la mano de la entonces comunera Marta Liotto, que lamentablemente tampoco tuvo éxito.
En agosto de 2020, luego de 12 años de desidia, y gracias al trabajo de difusión realizado por vecinos y la ONG Basta de Demoler, legisladores de la UCR presentaron por cuarta vez un proyecto de ley, en este caso el 1961/2020 en agosto del 2020, que propone convertir la casa en museo y centro cultural, algo que parece casi imposible después de tantos años de frustraciones. Lamentablemente el proyecto aún no fue tratado en la Legislatura y se van acortando los tiempos. En agosto perderá estado parlamentario, por lo que es urgente que se vuelva a tratar y esta vez con éxito. De no ser así, sin duda, perderemos no sólo una casa de gran atractivo arquitectónico, sino también la valiosa historia que ella resguarda.