Como se sabe, el macrismo en funciones está acelerando los negocios inmobiliarios, que por solidaridad corporativa y por interés propio son sus negocios inmobiliarios. Esto explica anomalías veraniegas, como que el benemérito Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales tuviera esta semana una sesión con más de cien edificios, “considerados” a destajo. O que el mes que viene, cuando la Legislatura resucita, haya un verdadero fixture de audiencias públicas donde se pelea por cosas tontas y por cosas importantes. En la volada siguen cayendo edificios patrimoniales.
Este martes en el Caap debe haber sido agotador, con unos 140 edificios a tratar, una verdadera muestra de frivolidad en la gestión pública. El Consejo le da un par de días laborales a sus miembros para ver las fichas, lo que implica un cierto nivel de heroísmo en eso de ir a ver los edificios concretos y no conformarse con la foto impresa, que puede ser vieja o puede ser tomada desde el mejor ángulo para que el lugar parezca una tapera. Pero el interés profundo del mecanismo es liberar parcelas para su demolición legalizada, con lo que no importa si todo es medio farsesco.
En el paquetazo del martes había edificios de porte, que no necesitan catalogación porque están protegidos por su mismo tamaño, pero tienen sus plantas bajas en riesgo por la tozuda noción de tantos comerciantes de que romperlos todos mejora las ventas. También había casos de demolición clandestina con pedido de reconsideración y fotos mostrando la tapera, que el mismo dueño había creado para hacer su negocio. Muchos edificios fueron liberados a la piqueta porque eran los últimos patrimoniales de cuadras ya destruidas, con lo que ya “no tienen contexto” y se merecen la eutanasia. El representante del CPAU, ese lobby de los grandes estudios, se lució votando en contra de decenas de casos y condenando a edificios porque tenían mucho ornamento en sus fachadas, lo que parece que para ese experto en marketing inmobiliario es contraproducente. Curiosamente, el representante de la FADU-UBA apoyaba este tipo de afirmaciones…
Las fotos de esta nota muestran tres edificios que forman un conjunto en la calle Guatemala al 5600. Como el Caap terminó votando que se pueden destruir, pronto quedará apenas esta foto como prueba de su existencia. Según parece, el pecado de estas tres casas es su modestia, en tamaño y estilo, que las hace pertenecer a la “arquitectura popular”, descartable y demolible. La casa con aires de quinta del 5658 duele en particular porque es un ya rarísimo ejemplo de casa chorizo con galería, palmera, jardín delantero, lateral y trasero, y muro frontal ornado. Muy pronto habrá que viajar al interior o a Uruguay para mostrarles una así a nuestros hijos.
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