«El gobierno porteño está por arreglar, al fin, el desastre que hizo en la Recoleta. No es que vaya a reparar toda esa obra tan mal pensada y realizada, ni por supuesto que vaya a preguntar por qué el contratista pavimentó y adoquinó por encima de calzadas y veredas ya existentes, algo explicable sólo por la estupidez o la venalidad de los funcionarios. Pero al menos van a intentar revertir la destrucción del peristilo de entrada al cementerio, que sigue vallado de mala manera desde que algún álaro tomó su maza y la emprendió a martillazos contra los peldaños de mármol de Carrara que instaló Buschiazzo hace más de un siglo. Reparar el daño va a costar una pequeña fortuna que pagaremos colectivamente los porteños, agradecidos a la gestión de esos grandes arquitectos llamados Chaín, Lostri y Ortemberg.»
Mar
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