El Richmond era uno de los cafés notables de la Ciudad. Hoy amaneció cerrado. Corrió la misma suerte que El Molino,la centenaria confitería que aún espera un proyecto de ley que lo rescate. Otros van en el mismo camino: Las Violetas, el Café Británico, por nombrar algunos.
La última semana LA NACION alertaba sobre el posible cierre de este emblemático bar de la calle Florida. Hace días que tenía un cartel en la puerta que anunciaba: «Le informamos que este salón permanecerá cerrado hasta nuevo aviso por reformas. Retirar pertenencias de 10 a 11». Fueron más que eso y los empleados ya se la veían venir.
Según informaron a LA NACION, la reducción de personal fue progresiva y muy notoria. De los 50 empleados históricos, la planta se redujo a 30 y luego a 10 entre mozos, cocineros y pasteleros. La caída de demanda era muy importante.
El proyecto es reemplazar este lugar nacido en 1917, que fue sede de encuentros de artistas de primer nivel cuando estaba frente al teatro Maipo, por una tienda deportiva de una reconocida marca norteamericana que instalaría allí su local más grande de Capital Federal.
Este cierre, que se veía venir había despertado la inquietud de la legisladora de Encuentro Popular para la Victoria, María José Libertino, que está trabajando en un proyecto de ley para proteger el uso de los bares notables.
Borges y La Richmond:
Escritores notables –entre los que se encontraban Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, Eduardo Mallea, Raúl Scalabrini Ortiz y Jorge Luis Borges–, fundaron la revista cultural Martín Fierro en el año 1924. El éxito fue inmediato y eso les permitió alquilarse una oficina en Tucumán y Florida para que funcionara como redacción. A solo a dos cuadras de la Richmond de Florida y Corrientes, una confitería ideada por el arquitecto belga Jules Dormal (quien, entre otros trabajos, nos legó el Teatro Colón).
Borges en 1924 (Ediciones Gallimard)
Agregamos que la confitería se inauguró el 17 de noviembre de 1917 y tuvo dos hermanas: las Richmond de Esmeralda y Corrientes (clásico punto de reunión de los estudiantes); y de Suipacha y Corrientes (clase media baja). Ambas cerraron sus puertas hace mucho tiempo.
Los martinfierristas se reunían todos los días, a partir de las siete de la tarde, en la Richmond de Florida. Iniciaban las concurridas reuniones cantando su himno. Borges (25 años) y los jóvenes poetas se ponían de pie para entonar la célebre “La donna è móbile” que Giuseppe Verdi compuso para su ópera Rigoletto. Pero en vez de decir: “La donna é móbile, qual piuma al vento, muta d’accento e di pensier” (La mujer es cambiante, como la pluma al viento, cambia de tono y de pensamiento”); ellos cantaban:
“¡Un automóvile, dos automóviles, tres automóviles, cuatro automóviles! ¡Cinco automóviles, seis automóviles, siete automóviles, un autobús!”.
Recién después de haber entonado su himno, al que se sumaba gente de otras mesas, comenzaba la famosa tertulia de los hombres de letras en la confitería Richmond, que en estos días se despide de los porteños.