«Esa misma ley fue el argumento que la Justicia porteña adoptó para homologar el acuerdo que impidió la demolición del teatro El Picadero y que obliga al propietario del predio a restaurarlo y entregarlo en comodato al Gobierno de la Ciudad, tal como se comprometió en sede judicial. Por ahora vemos relucir el edifico de la esquina de Corrientes y Riobamba, pero el teatro sigue tapiado como hace tiempo.
Esta norma se aplica ahora al predio de Bartolomé Mitre 1444, nuevo emprendimiento en formato torre, que Basta de Demoler incluyó en un informe –negativo, obviamente– de junio de 2010.
En este caso, al menos, alguien se tomó el trabajo de analizar la legislación vigente y se dieron cuenta que un incendio no era suficiente argumento para vulnerar la exigencia de reconstruir una sala teatral en el predio.
Allí funcionó el Teatro Argentino, una joya que en el amanecer del 2 de mayo de 1973 fue incendiada por un grupo de fanáticos que buscó y logró impedir la puesta en escena de la obra Jesucristo Superstar.
Originalmente se había bautizado como Teatro de la Zarzuela, que se inauguró el 25 de mayo de 1898, y que en los ‘60 compró Alejandro Romay, dándole su propio perfil con obras como El violinista en el tejado y Hair. En ese predio que luego fue incendiado, y en el que hasta funcionó un estacionamiento –igual destino que el predio del Teatro Odeón–, se levantará una torre, que albergará una sala teatral de mil metros cuadrados, según anuncios públicos, administrada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad.»