IRSA es a la Ciudad, lo que la Barrick y Monsanto son a la cordillera y al campo.
Por Pablo Bergel* y Enrique Viale**
En las ciudades no hay petróleo, no hay minerales, no hay bosques ni campo; hay tierra pública. Las corporaciones inmobiliarias la codician. Y eso es lo que se entregó impunemente en la sesión de ayer en la Legislatura Porteña a partir de un espurio pacto Pro-K. Es la privatización de lo público, del patrimonio común, con los mismos argumentos del menemismo.
En la etapa actual del capitalismo la acumulación es por desposesión; y la tierra (el territorio) es el objetivo de las corporaciones. En este caso se concedieron por 30 años -entre gallos y medianoches- treinta y siete hectáreas de espacio público (si 37 manzanas del Parque Roca) a una S.A. sin canon alguno y se la eximió del ABL e Ingresos Brutos. También se ordenó la subasta del Edificio del Plata, patrimonio de la Ciudad (casi como vender el Obelisco) y se entregaron decenas de hectáreas a la especulación inmobiliaria con la rezonificación a medida de las playas ferroviarias de Caballito, Palermo y Liniers (que el decreto presidencial 1723 no destina a las anunciadas viviendas sociales del plan Procrear, sino a la obtención de máxima rentabilidad, con «posible» pero no taxativo destino al soterramiento del FFCC Sarmiento). Además el pacto Pro-K incluyó la autorización al Poder Ejecutivo local para endeudarse por U$S 250 millones de dólares (la deuda de la Ciudad aumentó a más del doble desde que está Macri). Asimismo ayer se votó el denominado «Distrito de las Artes» en la Boca, promovido por el macrismo, pensado para los negocios con el arte -y no para los artistas- lo que provocará inevitablemente la valorización especulativa y la gentrificación del área, con expulsión de vecinos y familias decanas del barrio.
Algo que pasó casi inadvertido en la catarata de aprobaciones fue la aprobación de una ley que creó un fondo con recursos públicos para que sea administrado por el Diputado Daniel Amoroso (Presidente a su vez del Sindicato de Juegos de Azar, ALEARA).
La especulación inmobiliaria, el monocultivo del cemento, es nuestra megaminería o nuestra soja transgénica. Tienen la misma lógica de saqueo y contaminación: amplían las fronteras y redefinen los territorios del capital, a costa de expulsar y desplazar a la población establecida; concentran tierra, recursos y riqueza; se apropian de lo público; provocan daños y violencia ambiental, al hábitat y a la naturaleza; degradación institucional y corrupción de la vida democrática, entre otras nefastas cuestiones. Pero sobre todo, desenmascara un evidente matrimonio perverso entre gobiernos, instituciones, partidos subordinados a las corporaciones. IRSA es a la Ciudad, lo que la Barrick es a la Cordillera o lo que Monsanto es al campo.
Todas las leyes fueron votadas “sobre tablas”, sin siquiera despacho de comisión y, menos aún, Informe Técnico como establece el reglamento de la Legislatura. Es más, la ley de endeudamiento por U$S 250 millones se presentó horas antes de la sesión. Podrán decir que las formas no son tan importantes, pero en este caso las formas tienen que ver con el fondo.
Pero lo peor, quizás está aún por venir; es que ayer sólo se votó parte del combo Pro-K, que continuará en los próximos días. Como si no fuese suficiente lo que ya entregaron, queda la “Dubai de IRSA” en la ex Ciudad Deportiva de Boca (un negocio de 5000 millones de dólares), la rezonificación de la Isla Demarchi para entregarla a la especulación inmobiliaria y la entrega de concesiones de las plazas y parques. Y después vendrá el presupuesto, y más y más negocios, de los buenos, claro, porque los malos, como los subtes, se los tiran mutuamente por la cabeza, siempre a costa de los vecinos.
Mientras hacen como que se pelean histéricamente en los medios y en los recintos legislativos, en realidad (parafraseando a Perón), macristas y kirchneristas, sin duda todos ellos «gente de pro», se están reproduciendo…. reproduciendo el capital.
* Diputado C.A.B.A.
** Abogado Ambientalista, miembro del Colectivo por la Igualdad