El peligro de fondo es que se busca crear un nodo de tránsito donde confluyan el subte, colectivos y taxis. Como señaló el ingeniero Carlos Thays, descendiente del creador de la plaza y de una dinastía de arquitectos y paisajistas argentinos, la Alvear es un lugar sereno y no puede aguantar semejante uso. La “capacidad de carga” de la plaza será largamente excedida si su uso pasa a asimilarse al de plaza Once o plaza Italia. Para terminar de cerrar la idea de “cruzar la calle”, hay que recordar que la Facultad de Derecho tendrá algún día su propia estación ferroviaria, con lo que se termina de completar la ecuación de tránsito.
No extraña entonces que Basta de Demoler haya solicitado que siga la suspensión de las obras hasta que los demandados presenten una alternativa en serio, que desplace la estación a un lugar donde no destroce un lugar tranquilo de la ciudad, puesto que tantos no quedan. Justo en la vereda de enfrente, por ejemplo.