Por razones desconocidas y que Lostri no explica, la casa de la foto, en la calle Olazábal esquina Zapiola, se transformó en una causa personal. Resulta que el Consejo recomendó catalogarla –en sí un milagro– y por eso fue a parar al Catálogo Preventivo. El dueño resolvió apelar pidiendo una de las famosas “reconsideraciones”, en sí mismas un invento de Lostri sin mayor asidero jurídico. El Consejo, por una vez en la vida, se mantuvo en la suya y rechazó la reconsideración. El dueño insistió, con aval de Lostri, y el Consejo, caso único en su historia, rechazó el pedido por tercera vez.
Entonces Lostri decidió innovar y le pasó el caso a su subordinado, el director general de Interpretación Urbanística, al que tiene firmando y firmando papeles que algún día lo podrán tener gastando en abogados. El director general, disciplinado, emitió una nota diciendo que no, que la casa no tenía valor alguno, que la demolieran nomás. Lostri, feliz, cuenta todo esto en su resolución y permite que se destruya la casa normanda de esa esquina.