Para facilitar los negocios
«…la cosa es que el actual gobierno porteño no para de enfrentarse a los vecinos que quieren que sus adoquinados sigan en su lugar.
Esto ocurre por tres razones, aunque los funcionarios porteños desprecian la agenda y la consideran una maña de la oposición. La primera es que los empedrados están en calles y, como bajan notablemente la velocidad del tránsito, hacen a la seguridad de los vecinos. Segundo, porque en esta ciudad tan inundable hasta el más negado sabe que los adoquines no impermeabilizan las calles porque el agua se escurre por las juntas. Y tercero, porque no hace falta ser ecologista o economista para aceptar que una infraestructura que duró cien años resultó una buena inversión.
Pero es buen negocio cambiarla por un material que dure mucho, mucho menos, como es el asfalto. El macrismo vive para las empresas constructoras y ve la ciudad como una sucesión de negocios a concesionar, un recurso a explotar, “realizando la carga constructiva”. Por eso este jueves se discutió y aprobó el siniestro proyecto del Ejecutivo para liquidar la ley 65, que protege los empedrados, y hacer legal su levantamiento. Basta de amparos que molesten a los especuladores.
Despojada de su sanata legalista, la ley del macrismo dice que se podrán conservar “hasta” 1800 cuadras de empedrados en toda la ciudad. Esto suena a mucho, hasta que se piensa que Buenos Aires tiene 25.000 cuadras de calles, de las que 16.000 tienen empedrados, aunque sea cubiertos por asfaltados. Esta cifra es un 4000 por ciento mayor que la que acepta el gobierno macrista a través del Ente de Mantenimiento Urbano Integral, que habla de 3876. Pero cierra más con la de otra entidad porteña, el Plan Acción Buenos Aires, que afirma que al menos 5000 cuadras tienen empedrados (y que irónicamente recomienda preservarlos porque reflejan mucho menos calor que las piedras).»
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