Es un antiguo stud de estilo francés, contiguo a La Imprenta
Franco Varise
LA NACION
La galería comercial La Cuadra, en Palermo, que funciona en el antiguo stud donde alguna vez durmió Yatasto, el caballo más ganador del turf argentino y el potrillo de Carlos Gardel, se convertirá pronto en un edificio de 14 pisos.
Esa situación provocó la queja airada de un grupo de vecinos, organizaciones civiles y legisladores porteños que rechazan la autorización de demolición otorgada por el gobierno porteño para ese enclave histórico. Y anunciaron que materializarán su oposición mediante un amparo judicial, que será presentado la semana próxima, además del impulso de un proyecto de ley para proteger «estructuralmente» a La Cuadra y, también, el pedido directo a Mauricio Macri para que impida que se demuela ese sector.
Es que, contiguo a este antiguo stud, ubicado en Newbery 1651, funciona La Imprenta, otro centro comercial que dio origen al nombre de la zona y que también podría ser modificado estructuralmente según dictaminó la Subsecretaría de Planeamiento Urbano.
Los vecinos también abrieron un sitio en Facebook, con 262 adherentes, donde impulsan una protesta -con corte de calle incluido- para protestar por la demolición. «Esto no resiste ningún análisis. Tirar abajo la última caballeriza que funcionó en la ciudad con todo lo que representa y con su arquitectura francesa es un disparate», opinó Guillermo Blousson, uno de los vecinos que se sumaron a la protesta.
En su caso, el stud, tiene un valor singular: su abuelo, Eduardo Silvestre Blousson, hizo mucho por el turf argentino y la Copa de las Américas lleva su nombre. «Nuestra ilusión es que el Poder Ejecutivo porteño intervenga para frenar esto, porque también se autorizó la modificación de La Imprenta que le dio nombre a la zona. ¿Qué puede haber más representativo que eso?», se preguntó.
Todo comenzó en febrero pasado, cuando la firma Churba-Friedman presentó los planos de un proyecto para construir allí un edificio de 14 pisos: la Subsecretaría de Planeamiento Urbano, a cargo de Héctor Lostri, lo giró al Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAP) para que analizara el diseño. Según Lostri, el CAP determinó que a partir de las modificaciones estructurales realizadas desde 1985, cuando el stud pasó a ser galería comercial, dejó de representar un lugar de valor histórico y, en consecuencia, no amerita protección.
«La Cuadra se desestimó desde el punto de vista del valor arquitectónico, y en La Imprenta no hay vocación de demoler nada», dijo el funcionario porteño, al señalar que Buenos Aires tiene 14.000 edificios protegidos. «Son más que en Roma y que en París», consideró.
Pero la percepción de los vecinos de La Cuadra y de La Imprenta, muchos de los cuales viven en edificios más altos que el que se piensa construir, es distinta. «Esto es un negocio inmobiliario de unos pocos en desmedro del conjunto. El argumento del CAP no resiste análisis porque las modificaciones realizadas en el stud no representan el 30% de la estructura original y son reversibles», expresó Blousson.
La mayor parte del espacio de La Cuadra está ocupada por el restaurante La Troupe, donde los pisos de adoquines se mantuvieron originales, al igual que las puertas de los studs. También se preservaron dos añosos árboles que «perforan» el techo. Otra arista del problema es que en la galería trabajan más de 60 personas. «Esto nos da mucha tristeza. No sabemos qué va a pasar con nosotros», dijo Martín Caballero, el parrillero de La Troupe.