En Belgrano se perdieron recientemente por lo menos tres casas, incluyendo una de Kàlnay. Y en Sucre 2265 se realizó esta semana el remate de demolición de una muy bonita casa del brillante Gianotti. Este tipo de remate consiste en convertir en lotes pisos, herrerías, cerramientos y todo lo que sea reciclable. El de Sucre se anunció, lo más campante, en los diarios, con toda la exageración de estos textos.
Pero resulta que el Gianotti no pasó por el CAAP, paso ineludible para poder demolerlo, con lo que no se entiende por qué una empresa de remates aceptaba dinero por barandas, pinoteas y rejas de balcón –en efectivo– si legalmente no pueden garantizar que se les entreguen a los compradores. ¿Por qué hacen algo así? Porque cualquiera del gremio sabe con toda certeza que la demolición se puede hacer un fin de semana largo y a lo sumo costará una multa con años de inflación por detrás, un costo de obra y no muy alto. El macrismo garantiza que esto sea así.
Las fotos que acompañan esta nota muestran cómo se marcan los lotes, con tiza en las paredes, y el estado casi perfecto en que está el edificio. El CAAP seguramente no va a aceptar que se lo catalogue, porque en la fachada los anteriores ocupantes –una clínica– cambiaron la balconada a la calle por un gran vidrio fijo. De nada servirá señalar que esto es fácilmente reparable y que adentro hay ambientes y más ambientes en perfecto estado, con sus boisseries en su lugar, pisos impecables y cerramientos originales. Hasta hay una espectacular escalera y un ascensor de jaula originales, más un jardín que sólo necesita una barrida. Dos ambientazos del primer piso fueron divididos para hacer consultorios, pero la obra es de Durlock, fácil de retirar.