Hacer cultura por mano propia (Por Clarín Arquitectura)
Los organismos de protección del patrimonio inmueble en todos los niveles del Estado funcionan en la Argentina con tiempos insoportablemente lentos para los fines que persiguen, están subdimensionados y sin financiación, cooptados por profesionales que responden a intereses antagónicos a sus objetivos y se han vuelto tan inocuos en sus recomendaciones de protección que con frecuencia se convierten en proveedores de coartadas para demoler.
Con naturalidad y resignación recibimos la noticia de que en Corrientes, un teatro de seiscientas butacas que funciona desde 1877 y es el más antiguo del país en uso, declarado en 2007 Monumento Histórico Nacional, corre riesgo de perderse. Dice al respecto el corresponsal de Clarín (edición del 02-12-10, pag. 37): ”El secretario de Cultura de Goya, Carlos Ginocchi, explicó que ya dejó en manos del gobernador Ricardo Colombi la propuesta de compra del teatro por parte de la provincia. Mientras esperan la resolución del mandatario provincial, la Asociación Amigos del Teatro y el grupo Candilejas juntan firmas: ya tienen alrededor de 3.000, para presentar un petitorio al Gobierno en el que solicitan la compra. Además de las gestiones oficiales para la compra del teatro, algunos vecinos impulsan una colecta entre los habitantes de la ciudad, que superan los 86 mil. ‘Esto podría ser una buena opción para no tener que esperar las gestiones oficiales y asegurar de una buena vez que el teatro quede en manos de los goyanos’, señalan”.
¿Por qué tienen los vecinos de Goya que juntar firmas y hacer una colecta para salvar un edificio que ya tiene el más alto nivel de protección patrimonial que se otorga en la República Argentina? La respuesta de los vecinos es sencilla: para no tener que esperar las gestiones oficiales. Tanto demoran en idas y venidas los papeles de los algo menos de quinientos Monumentos Históricos Nacionales que edificios coloniales o historicistas, pueblos históricos, ruinas arqueológicas, cuevas pintadas y cementerios ancestrales colapsan y se diluyen en la nada antes de que llegue el auxilio.
Estos daños no tienen eco en la prensa nacional, que es la que pesa a la hora de evaluar las gestiones de los funcionarios, quienes publican en cambio con fondos públicos onerosos libros que los harán inmortales. ¿El balance? Patrimonio 0. Figuración 10. El crimen perfecto.
Los organismos dedicados al patrimonio material fueron diseñados en la década del 40 de acuerdo a criterios por los que el patrimonio que debía protegerse era el monumental, una especie de ilustración física de la historia y un catálogo construido de la historia de la arquitectura. La Segunda Guerra, y el arrasamiento cultural consecuente, puso en primer plano el tema de los valores identitaros cambiando los criterios de conservación en todo el mundo, cambio registrado en la Cartas de ICOMOS de Venecia (1966) y posteriores de Burra y Nara, entre otras.
Pero Argentina no cambió estructuras ni mentalidad. En la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos un frío funerario disfrazado de rigor académico pone distancia entre la vivacidad de un país que se interesa por su pasado construido y los funcionarios de esa institución obsoleta cuya área operativa es ¡ad honorem! Dice un refrán popular que justo cuando el burro aprendió a no comer se murió y podríamos decir que cuando los organismos de protección del patrimonio habían llegado a estar totalmente desactivados, cuando al común de los arquitectos se les había instalado el errado concepto de que no podían opinar del tema porque era cuestión de “especialistas”, cuando al “especialista” que se comprometía con el patrimonio se le garantizaba el fin de su carrera académica, cuando en las Universidades las cátedras de Historia enseñaban resignación ante los escombros, es decir, cuando ya había vía libre total para la demolición; la población empezó a reaccionar. Despacio, sensatamente, en una tendencia indeclinable y sostenida aparecieron las ONG, las agrupaciones de patrimonio y las asambleas vecinales, mostrando que los temas culturales que a la gente le importan son exactamente aquellos que los funcionarios de cultura dejan cuidadosamente de lado.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, bajo presión de la mayor cantidad de organismos vecinales activos del país, incluyendo la inquieta ONG “Basta de Demoler”, ha empezado a mostrar flexibilidad. Es hoy el patrimonio arquitectónico del interior el más amenazado.
La construcción de locales de pésima factura en el espacio de acceso al Teatro Solari de Goya (foto) es sólo una pálida muestra de la negligencia que arrasa el país.
La población de Goya ha decidido cortar camino. Si cuando la justicia no funciona la población se plantea hacer justicia por mano propia, en este caso, cuando los mecanismos de protección cultural colapsan, los ciudadanos empiezan a ejercer su derecho a vivir en un país con memoria construida mediante el ejercicio de la cultura por mano propia.
«Pusieron en venta el Teatro Solari de Goya, el más antiguo del país» (Por Diario La República)