Hay quien sostiene el mito, todavía, de que el patrimonio es “cultural” y tiene una adolescente inconciencia de cuestiones “de grandes”, como el dinero. En este mito, constructoras, arquitectos e inmobiliarias están en contra de las políticas urbanas, que serían un freno a la única, pero única manera de hacer negocios en Buenos Aires, que es el libre vandalismo.
Este tipo de cosas las sostienen cínicos pagos o aquellos que no tienen idea de otros modelos de negocio. Pero corren por su cuenta, ya que el mito es nada más que eso.
Quien lo dude, que vea la muy clara y conceptual tarjeta de fin de año de la Inmobiliaria Izrastzoff, que lamenta no poder dedicarles a sus clientes un feliz año debido a la maniobra del gobierno porteño de no renovar la ley de Patrimonio. Los Izrastzoff son todo un nombre en el mercado, insospechables de inconciencias adolescentes, pero tienen muy en claro que el vandalismo no es el único tipo de negocio posible. De hecho, los hermanos que llevan la firma familiar son presencia familiar en las movilipzaciones de las ONG Patrimonialistas.