El caso de la confitería Richmond permite ver cómo piensan en el gobierno porteño. Los especuladores vuelven a la carga contra la Casa Bemberg.
«El cierre de la confitería Richmond sigue siendo una causa judicial, con una medida cautelar del juez Fernando Lima. Todavía sin definir, el tema está siendo una verdadera lección de cómo se piensan las cosas en esta ciudad y en particular de cómo las piensa el gobierno porteño. Este jueves, el ministro de Cultura, Hernán Lombardi, hizo una defensa de la propiedad privada que seguramente dejará orgulloso a su amigo y jefe político, el ministro de Desarrollo Urbano Daniel Chaín. Que un ministro de Cultura hable como uno de Obras y Piquetas no extraña a quienes siguen estos temas en la ciudad de Buenos Aires.
La ocasión fue una audiencia de conciliación en el juzgado que, curiosamente, fue pedida por los nuevos dueños de la Richmond. Curiosamente porque, como les preguntaron los amparistas y hasta el propio juez, nadie entendía para qué la habían pedido si no trajeron ninguna propuesta diferente, ni siquiera una copia del diseño del local de Nike. Con lo que el encuentro se transformó en un debate en la cuestión ríspida de los límites al uso de bienes patrimoniales.»
(…)
OTRA VEZ LA BEMBERG
«El dibujo de una fachada y el plano de corte que ilustran esta página son de la ya célebre Casa Bemberg, en Montevideo 1244, cuyo amparo fue fundacional para frenar las demoliciones que el Ejecutivo autorizaba mientras el Legislativo deliberaba. Los que la compraron, la firma IQ, querían hacer una caja de cristales de colores, muy alta, en reemplazo de la belleza francesa que ahí se alza ahora. No hubo caso de disuadirlos de hacer algo tan disruptivo en el entorno de una plaza ya castigada por un par de torres muy pobres en diseño pero muy altas. Esto que muestra el dibujo es la nueva versión, con los pisos de la residencia divididos en dos aprovechando su gran altura, y la caja de cristal de color montada encima de la mansarda. Según parece, todas las unidades serán de un ambiente –habrá que ver cómo es la planta que resulta de semejante laberinto– y se prevén tantos coches que se cavarán tres subsuelos de cocheras. Con el tránsito que pasa por ahí y la Santa Fe de doble mano a cien metros, el lío promete ser inolvidable.
Lo más curioso es que se dijo que los planos habían sido autorizados en mayo. Pero Basta de Demoler vio los planos en esos tiempos y eran otros. Estos parece que fueron aprobados por algún funcionario recién en septiembre, lo que crea la curiosa situación legal de andar sellando planos con una medida cautelar todavía vigente.»