Centro de Obreros Católicos Santa Lucía, un ejemplo vivo de lo que puede salvar una ley.
Azul, hermoso, gordo de historia barrial. Así es el Centro de Obreros Católicos Santa Lucía, en Barracas, un ejemplo vivo de lo que puede salvar una ley como la 3.025. El centro (el primero de su clase, el más antiguo, ése en el que se enseñó letras y oficios, en donde se repartieron medicamentos entre los trabajadores, el que albergó un teatro y hasta un elenco propio), estuvo hasta no hace tanto tapiado y en estado terminal. Pero los vecinos se inquietaron, se unieron, se movilizaron. Y consiguieron lo que parecía imposible: frenar la demolición.
El problema, dicen algunos, es que por cada edificio salvado hay otro que no corre la misma suerte. Y Santiago Pusso, de la ONG Basta de Demoler! explica por qué. «Lo que está pasando en Buenos Aires es que vecinos que piden proteger tal o cual edificio porque el Gobierno que debería ocuparse de eso, no lo hace. Hay un negocio en el que las inmobiliarias aprovechan la desprotección legal para hacer su agosto. Tengamos en cuenta que nuestro Código de Planeamiento Urbano permite construir en altura prácticamente en toda la Ciudad. Y lo que queda en el medio de toda esta especulación es el patrimonio arquitectónico y también la calidad de vida de los vecinos», remata.